Lloro con una pieza por primera vez oída,
Será una memoria inventada,
O una
membranza más antigua que la vida,
demasiado corta para aprender algo de ella.
He soñado con cielos inverosímiles,
de estrellas que conviven con la luna,
de olas violentas y frágiles navíos,
como en una danza.
He soñado cosas que debí haber olvidado,
porque son tesoros insoportables.
He visto en esa plaza de adoquines,
El color profundo de las granadas,
Y mis manos ávidas de aquella sangre,
Han hallado en su seno un gris polvoriento.
Qué ilusión más triste es ésta,
de creer quitarle algo a la vida,
cuando es ella la que reclama de nosotros,
ese fracaso rotundo.
Cuando alcance esa cima,
O esa profundidad invertida,
Pasará mi figura,
a la penumbra de su sueño.
Entonces creceré en los granos de ese fruto,
Que nadie cosechará.
Santiago, Junio 2012
Santiago, Junio 2012
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