Escucho a Tchaikovski, pero
es como si él me escuchara a mí.
¿Qué alma suena cuando
escucho a Tchaikovski?
La suya y la mía son cosas
efímeras,
Apenas un accidente del
paisaje.
Pero la música se oye,
Como el viento que sopla al
paisaje,
Y lo hace visible a los
ojos,
Que duermen apenas,
Antes de ser remecidos.
Escucho a Tchaikovski,
Pero no percibo trabajo
alguno en su pieza,
Que suena como el paisaje,
Cuando se agita bajo la
mirada,
De quien no sabe si escucha
o si ve,
Como no saben los ojos que
cruza,
A través suyo río
transparente,
Apenas descubriendo,
Un alma en cada cosa.
Gracias Tchaikovski,
Que viste en mí,
Cosas que aún no había yo
descubierto,
Y tal vez tantas otras
ocultas,
Que algún día descubriré,
En la mirada vacía,
De la arcilla del mundo.