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martes, 6 de enero de 2009

She says: I don't need animals in my life to be happy

A veces inventamos, decimos algo que nada tiene que ver con nosotros. Elegimos por ejemplo, un cerdo y un patito amarillo, o una escoba y su calle. No estamos allí. Pero luego nos sorprende, habitar en un momento la mente del patito, o en alguno de sus actos, o en la forma en que el polvo se levanta al empujarlo la escoba, dibujando en el aire espirales que en no poco se parecen a nosotros. Entonces, al vernos reflejados, ya no podemos continuar sin sentir el peso de la vida en las palabras que ponemos, una detrás de otra, como si fueran las unidades de una biografía cifrada. A tal punto nos hemos implicado, que sentimos a través de un cuerpo distinto, que aprecia una realidad distinta, pero que no es otra cosa que la puesta en escena de la estética sin forma de la propia vida y el deseo de un futuro igualmente palpable.

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