¿Como
se llaman las aves que cada día cuando el sol se pone pueblan los cielos del
mediterráneo retozando en el éxtasis de su vuelo? He de inventarles un nombre, pues me rehuso a tomarlo prestado de la prosa de una enciclopedia. Imposible
ver en sus dichosos espirales un puro mecanismo, o describir su movimiento con
la brocha ingenua de un disecador. Su trino espontáneo me parece una suerte de
invocación; la jornada termina y la brisa benigna anticipa misteriosos placeres
alados en los recovecos de Cappadocia. Una distancia grande me separa de estas
bestezuelas y con todo mi mirada se involucra en su vuelo; siendo un enigma si
lo dota o se embebe de su sentido. Mis alas son invisibles pero me llevan donde
quiero. Soy el vuelo, el ave y el observador. Su éxtasis vuélvese el mío. Estoy
fuera de mi y me conozco.
domingo, 15 de septiembre de 2013
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