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domingo, 30 de septiembre de 2012

Derecho de pernada



¿Quedará todavía un lugar en el mundo donde pueda ser un soberano, ofrecido cada día con las vírgenes más tiernas de la región? ¡Qué lamentable que se haya perdido el tan noble derecho de pernada! Amamos la soberanía, aunque sea la de un reino absurdo. Desearíamos ser exiliados a la región más recóndita, donde, por una coincidencia maravillosa, fuésemos confundidos con un semidios y ejercer allí el poder ilimitado de la imaginación. Cada monarca es como un niño, sólo le bastan los juguetes y la ocasión para elevarse sobre este mundo harto de mezquindades.


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